SIMÓN RODRÍGUEZ 28 DE FEBRERO
DESAPARICIÓN FÍSICA
Este ilustre venezolano,
inspiró en Simón Bolívar la libertad. Ya 165 años de su fallecimiento. Llamado Simon
pero el cambió su nombre a Samuel Robinson.. ¿Por qué? Adentrémonos en la vida
de este maravilloso maestro.
En
1797, en la villa de Kingston (en la isla de Jamaica), cambió su
nombre a Samuel Robinsón. Después de permanecer algunos años en los Estados
Unidos, en 1801 viajó a Francia. En 1804, con 34 años, se encontró en
París con Simón Bolívar (21 años), de quien había sido maestro
poco más de diez años antes
El año
anterior (1803) Bolívar había viajado a Europa desolado porque el 22 de enero
de 1803 había fallecido en Caracas su esposa madrileña, con la que estuvo
casado apenas unos meses.
Al año
siguiente (1805) viajaron juntos a Italia. En Milán fueron testigos
presenciales de la coronación de Napoleón Bonaparte como rey de Italia y
de Roma. El 15 de agosto de 1805,
Rodríguez fue testigo del famoso juramento de Bolívar sobre el monte Sacro (en
Roma), en donde se comprometió a liberar a toda América de la corona española.
Simón Rodríguez lo registró para la Historia. Bolívar regresó a Venezuela al
año siguiente (1806).
Entre
1806 y 1823, mientras se libraba gran parte de la Guerra de Independencia en
su natal Venezuela, Rodríguez vivió en Italia, Alemania, Rusia, Prusia y Países
Bajos. Luego daría su opinión sobre este periodo de tiempo diciendo:
Permanecí en Europa por más de veinte años;
trabajé en un laboratorio de química industrial […]; concurrí a juntas secretas
de carácter socialista […]. Estudié un poco de literatura, aprendí lenguas y
regenté una escuela de primeras letras en un pueblecito de Rusia.
Simón Rodríguez Regresa a América en 1823, usando el nombre
de Simón Rodríguez nuevamente. En 1824 establece en Colombia la
primera «escuela-taller». Atiende al llamado hecho por Bolívar desde el Perú,
y es nombrado «Director de la Educación Pública, Ciencias, Artes Físicas y
Matemáticas» y «Director de Minas, Agricultura y Vías Públicas» de Bolivia.
En
1826, establece una segunda escuela-taller como parte del
proyecto para toda Bolivia. Pero el Mariscal Antonio José de Sucre,
presidente de Bolivia desde octubre de 1826, no tenía una buena relación con
él, por lo que Rodríguez dimitió el mismo año, trabajando el resto de su vida
como educador y escritor, viviendo alternadamente entre Perú, Chile y Ecuador.
Muy importante es su trabajo titulado Sociedades Americanas,
dividido en varias ediciones publicadas en Arequipa (1828), Concepción (1834), Valparaíso (1838),
y Lima (1842).
El
texto insiste en la necesidad de buscar soluciones propias para los problemas
de Hispanoamérica, idea que sintetiza su frase:
Simón Rodríguez vivió sus últimos años en
Ecuador.
La América española es original, originales han
de ser sus instituciones y su gobierno, y originales sus medios de fundar uno y
otro. O inventamos, o erramos.
Otra
obra importante fue El Libertador del Mediodía de América y sus
compañeros de Armas (de 1830), un alegato sobre la lucha social que emprendía
Bolívar en esa época.
En los
años finales de su vida dio clases en varios colegios de Quito y Guayaquil(Ecuador);
debido a un incendio que azotó esta ciudad, gran parte de su obra quedó hecha
cenizas.
En
1853 emprendió su último viaje rumbo a Lima (Perú) al lado de su hijo José, y
de Camilo Gómez, un compañero de este, en Paita mantuvo contacto con
la heroína sudamericana Manuela Sáenz quien también se
encontraba exiliada allí. La muerte lo sorprendió el 28 de febrero de 1854, con
84 años, en el caserío de Amotape, a orillas del río Chira. Fue
asistido por Camilo Gómez.
Setenta
años después (hacia 1925) sus restos fueron trasladados al panteón de Perú, y
en 1954 al Panteón Nacional de su Caracas natal.
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